jueves, 6 de enero de 2011

Click... Ring... y mas click...

Todo huele a inciencio, no se a quien carajo se le ocurrió prenderlo, se que no fue de aquí, lo que representa que mis ofensas serán acumuladas y descargadas oportunamente en alguien ajeno a la molestia en cuestión.
Los teléfonos siguen sonando incesantemente, sigo sentado resolviendo pequeñas deficiencias que tienen diversas empresas en sus largos y tumultosos currículos, pequeñeces que me dieron este puesto, donde escucho una y otra vez la peor voz del mundo, la encargada de los servicios, el clickeo constante y sonante de las muchas maquinas que taladran los nervios mas tolerantes, se unen en un combo fabuloso, y los teléfonos siguen sonando y siguen, no paran una vez que alguien cuelga, suenan dos mas y así sucesivamente, como plaga, como insectos zumbandote al oído, obsceno, pero enigmaticamente brillante, sinfonía constante con final inconcluso, cada día escriben un nuevo movimiento, y mas click.
Al tercer compás se une el timbre de entrada, perfecta oportunidad para volverse loco, perder la razón y las buenas costumbres, el primero que encuentre el zen, espero que me invite un poco, ahora suena mi teléfono, me necesitan, soy util al mundo, ya no soy yo.
Tengo que sortear entre los cables, audifonos, mouse, monitor, AC y creo que DC, post-its regados y garabateados afanosamente, ponerle pausa a la musica, arrojar todo, vaya lucha.
Bueno???, escupo entre las lineas que dibujan la inquietud de mis labios. Comunicame con el gerente, por favor. Todo vuelve a la normalidad, botón de transfer y luego la extensión y todo el proceso se termina...
Y todo termina, pero hasta las 18 hrs... y mañana igual... y pasado... y el que le sigue, si no es fin de semana... sera igual... amo mi trabajo...


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